jueves, 13 de octubre de 2022

El silencio de un pensamiento

 Cuanto ansío callar la mente, dejar de escucharte decir mi nombre mientras me tomas de los pies convirtiéndote en mis pasos, en mi sombra, dándome compañía o tal vez buscándote en el paisaje, aferrados tanto a la memoria como para unirnos en el duelo de vivir soñando… o de soñar despierto.

Cuanto quisiera dejar de sentir tu respiración, tu aire incompleto que anhela el mío, tu mitad partida que refleja dolor y vacío mientras que el resto solo partió al silencio en busca de calmarte… buscando amarte.

Cuanto me cuesta el respiro, el aire que dejaste que aun huele a ti, el impacto en la memoria, la caricia sin sombra el verdugo de palabras… o simplemente me cuesta sentir la ausencia en el vacío mientras me refugio en el silencio.


Cuanta paz trae el silencio.


Cuanto silencio dejó tu paso, que al dejarme te llevaste mi aliento, alcanzaste mi rostro y tomaste mi llanto, los suspiros que me quedaban mientras me condenabas a mirarte a los ojos… como si pudieras incluso robarme la vida con la mirada, o simplemente era yo, pensando otra vez.


Cuanto silencio, cuanta paz, cuanta ausencia.

Buscar calmar la mente resulta inquietante para quienes sienten, para quienes viven separados entre los cuerpos pero unidos por el espacio, por el simple hecho de compartir el aire y la vida misma.

Hoy te busqué en la mirada de un niño, en el rostro de un anciano, te vi en el espejo, te reconocí entre la gente y hasta te hallé en los ojos de todos a los que les dejaste, el silencio de un pensamiento.